José Ignacio Gil

Infectum. Territorios inacabados

La relación con el territorio como objeto de análisis constituye una preocupación de absoluta vigencia en la creación contemporánea. En Infectum se proyectan tres miradas diferentes sobre un espacio vital compartido por razones biográficas, desplegadas sobre el análisis de un tiempo presente.

La exposición reúne sendos proyectos de Javier Ayarza, Ana Frechilla y Ana Marcos, premiados en sus tres primeras ediciones con las Becas de Creación Artística Contemporánea de la Fundación de Castilla y León por la provincia de Palencia. Sin embargo, el diálogo que se establece entre los trabajos aquí presentados está dotado de una coherencia interna que trasciende la circunstancia común de haber sido seleccionados en dicha convocatoria.

En latín, el término “infectum” representa las formas verbales referidas a una acción que no ha concluido totalmente. Indudablemente, a modo de paronimia, esta alusión temporal a lo que todavía acontece también evoca en el contexto actual una consciente alusión al contagio.

Javier Ayarza (Palencia, 1961) concibe su proyecto Geografía como un exhaustivo registro fotográfico que, con la asepsia propia de un inventario, clasifica todo tipo de infraestructuras y artefactos de carácter público relacionados con la comunicación existentes en los pueblos que integran las comarcas de Tierra de Campos y Cerrato. Forma parte de Archivo Territorio, un trabajo de largo recorrido iniciado en 2016 que revela la parálisis de la agonizante meseta castellana.

Ana Frechilla (Palencia, 1983) se sumerge con Niebla en la historia de la Fábrica de Armas de esta ciudad, puesta en marcha a comienzos de la dictadura franquista. La investigación opera en diferentes planos de realidad y memoria, que la artista pone en relación dialéctica para reflexionar sobre las implicaciones de distinta naturaleza de una actividad industrial que, paradójicamente, forma parte del paisaje cotidiano y familiar de varias generaciones.

Ana Marcos (Buenavista de Valdavia, Palencia, 1965) en Paisajes Observables invita al espectador a experimentar la ficción de situarse en un espacio virtual panorámico construido a partir de grabaciones en video de lugares y habitantes de la provincia, que se combinan aleatoriamente mediante un algoritmo. En esta interacción emocional con el público, el documento articula un retrato colectivo, generando nuevos relatos sobre memoria e identidad.

En esta triple propuesta pueden observarse, por tanto, diversos hilos conceptuales que conectan la práctica documental de la fotografía y del video desde diversas perspectivas y posicionamientos personales.

En todas ellas se entrelazan múltiples capas de la memoria en sus respectivas aproximaciones a un territorio común, desde la dualidad que vincula pasado y presente. Y en todas también asistimos, a partir de motivaciones dispares, a la extrañeza de lo real o, dicho de otra forma, al desafío de desentrañar lo que la apariencia de la imagen encierra.

Estas tres lecturas del tiempo presente se muestran ahora en una coyuntura de pandemia global que otorga a las imágenes expuestas, sin ellas haberlo pretendido, de una cierta capacidad anticipatoria de la atmósfera distópica que vivimos.

La desolación de las calles vacías del medio rural capturadas desde hace años por Javier Ayarza, la violencia latente en todo el recorrido retrospectivo que realiza Ana Frechilla a partir de una industria histórica todavía en activo, y el ámbito digital como dispositivo de encuentro social en el imaginario de Ana Marcos, adquieren significaciones añadidas desde la observación actual.

En cualquiera de los casos, en esta muestra se formula una interesante interpelación sobre nuestro entorno más cercano, que plantea interrogantes sobre su proyección inmediata y sitúa a quienes habitamos este mismo territorio en dilemas éticos y afectivos sobre la manera de afrontarlos como sociedad.

José Ignacio Gil. Palencia, junio 2021


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