La labor arqueológica despliega una lógica de deconstrucción/construcción horadando sedimentos para intentar componer el relato de nuestra historia. En la búsqueda de evidencias, la aparición de la simetría en la industria lítica podría interpretarse como una incipiente manifestación del pensamiento simbólico.
Atapuerca ha proporcionado el fósil humano más antiguo de Europa occidental, datado en aproximadamente 1,2 millones de años. En el nivel donde se localiza el hallazgo se identifica polen de encina y roble, presente en toda la estratigrafía del yacimiento hasta la cota cero. Ambas especies arbóreas del género quercus, que caracterizan la actual masa vegetal de la sierra, acompañan, por tanto, la línea del tiempo de la evolución humana en esta zona geográfica.
La obra, una estructura de madera de roble (200 de altura x 50 cms cada lado), se plantea como un árbol o tótem del tiempo. Así, se evoca el yacimiento como un laberinto de estratos y líneas interconectadas que alberga el relato del pasado y pone en relación las características de un territorio con la presencia o ausencia del hombre.
La pieza escultórica se acompaña de un set de construcción a modo de juego, integrado por los mismos elementos a escala 1:3. Un puzle de geometría para que el público pueda interactuar con la propuesta.